Lumbrales, 14 de agosto de 2021
Para ser sincero llevo imaginándome este día toda mi vida. Desde que era pequeño siempre me ha gustado mucho escribir, y la idea de querer contar una historia sobre los veranos en Lumbrales es algo que llevaba en mi cabeza desde entonces. Sí que es verdad que, hasta la edad de veinte años, cuando me di cuenta de que quería ser escritor, no pensé en serio en la posibilidad de escribir y publicar una novela contándolo. Y es en ese momento cuando realmente comencé a soñar con conseguirlo, y con que llegara ese día en que presentara la novela sobre mi pueblo en mi pueblo. Así que aquí estoy, a mis treinta y nueve años cumpliendo un sueño de niño, con una ilusión enorme, como os podréis imaginar. Y además en un escenario muy bonito, como es este patio de la Casa de los Condes, un lugar tan importante y tan lleno de historia, durante una cálida noche de verano. No podría ser mejor.
Por poneros en situación a quienes no lo sabéis, Lumbrales es el pueblo de mi madre, en el que nació y vivió hasta poco después de casarse. Y aunque yo nunca he vivido aquí, ya desde el primer momento de mi vida se convirtió en un lugar muy especial para mí; fue al primer sitio al que me trajeron cuando salí del hospital recién nacido. Siendo desde entonces donde más tiempo he pasado mis vacaciones, donde más fines de semana, puentes, Navidades, Semanas Santas y, por supuesto, veranos, he estado desde aquel último día de diciembre de 1981 en que lo visité por primera vez.
Hace unos años escribí un artículo en el Libro de Fiestas hablando sobre lo que significa para los que somos de fuera venir al pueblo, y decía que uno no es de donde nace o de donde vive, sino de donde se siente, y yo me siento lumbralense por todos los costados. Allá adonde vaya, siempre digo muy orgulloso que soy de aquí, porque no sé qué es lo que tiene, que hace que te enganche como una droga o te enamore como el amor de tu vida. La sensación que tengo cada vez que vengo es única y muy especial. Para que os hagáis una idea de lo que significa para mí, aquí quise hacer la primera presentación de “El sentido de la vida”, mi primera novela, hace cuatro años, en la que recuerdo haber contado que el motivo por el que quería que fuera así, era simplemente porque es un lugar que amo, y porque si llegaba a algo o no, en este difícil mundo de la literatura, quería que fuerais vosotros los primeros testigos que vieron mi nacimiento como escritor. Y estoy seguro de que lo bien que me ha ido con esa primera novela, ha sido en parte porque aquello me dio suerte, así que creo que voy a coger la costumbre de hacer aquí siempre la primera presentación de todas las que escriba.
Antes de nada, para que lo sepáis aquellos que no estuvisteis en esa presentación, donde ya lo conté, quiero explicaros por qué siendo mis apellidos Ramos Hernández, decidí ponerme el seudónimo “de Comerón”, porque además va unido a lo anterior. Comerón es mi cuarto apellido y, por tanto, el segundo de mi madre y el primero de mi abuela, y he querido hacer un homenaje a la persona que me dio la vida, y a la que se la dio a ella, llevándolas siempre en mi nombre. Pero además de eso, como sabéis la mayoría de los que estáis aquí, Comerón es un apellido muy poco común, que solo se tiene en Lumbrales y alrededores, que hace que sea sobre todo de nuestro querido pueblo, y que aquellos que lo tenemos vengamos a ser familia por algún lado, así que he querido que este apellido que se identifica solo con esta zona, se escuche en aquellos rincones hasta donde llegue como escritor, como homenaje también a todos los que sois de aquí.
Como os decía al principio, empecé a pensar en escribir esta historia hace muchos años. Siempre me he sentido muy afortunado de tener un pueblo al que ir durante los veranos, y yo además he tenido la suerte de tener dos, porque también he disfrutado de Villoria, que es el pueblo de mi padre, en el que también he pasado mucho tiempo y muchos veranos, sobre todo en los años de mi niñez y adolescencia. Lo que ha hecho que tenga, no una, sino dos visiones de la vida en un pueblo. Referente a esto, el otro día decía en un artículo que escribí en el periódico, que lo que se vive y se aprende en uno, durante esos años de niñez y adolescencia especialmente, es algo impagable, que forma a la persona de una manera diferente. Vivir todo lo que vivimos aquí nos hace ver la vida de otro modo. Y a mí es algo que me ha parecido siempre tan interesante y tan maravilloso que lo he querido contar.
El proceso de creación, por tanto, comenzó entonces, y durante todos los veranos desde aquella idea inicial hasta ahora, a las vivencias que ya tenía le he ido sumando nuevas historias, propias o ajenas, que poco a poco fueron creando una novela en mi cabeza. Dos años después de terminar de escribir la primera, y una vez concluidos los actos de promoción, ya me entraron muchas ganas de escribir otra. Confieso que, aunque yo nunca escribí esa primera con la idea de que tuviera una segunda parte, fue tanta la gente que me dijo que quería que continuara la historia, que durante meses estuve debatiendo conmigo mismo si hacerlo o escribir una nueva, llegando incluso a empezar a preparar la secuela. Pero la verdad es que no tenía ganas, nunca estuve convencido de hacerlo, porque después de tantos años de escritura y promoción de esa novela, necesitaba realmente empezar un proyecto nuevo desde cero, y la historia de los veranos en el pueblo me hacía una ilusión tremenda. Así que después de darle vueltas durante unas semanas, en junio de 2019 ya tenía muy claro lo que quería contar y cómo quería hacerlo.
En ese momento ya comencé a prepararla, documentándome en primer lugar sobre 1992, el año en el que transcurre la historia. El hecho de haber elegido ese año, es porque quería que fuera relativamente reciente, en uno que yo hubiera vivido, pero en el que no hubiera ni móviles ni tecnología como uso habitual, que es como yo lo viví de niño, y como creo que se disfrutaba mucho más un pueblo. Y que fuera el 92 en concreto, es debido a la importancia que tuvo en España ese año, especialmente el verano, al acoger la celebración de varios de los mayores eventos mundiales, y lo que eso supuso para nuestro país.
Una vez situado el año, comencé a documentarme sobre el lugar, a estudiarme todos los libros escritos sobre Lumbrales, de los cuales unos cuantos me prestó Víctor de la biblioteca. Destacando de entre ellos sobre todo dos: el primero es el Grito, editado por don Ricardo, de los que me leí uno por uno los números de varios años de esa época, siendo una joya de información impresionante; y el segundo un recopilatorio de fotos y textos titulado “Desde la esperanza”, editado por los hermanos Hernández Sánchez, en la que colaboraron varios lumbralenses con artículos, que me aportaron también muchísimos datos. Desde aquí mi agradecimiento a sus autores. Además de esos dos, me he leído y estudiado minuciosamente todos los Libros de Fiestas que he conseguido, así como los folletos turísticos que he encontrado sobre Lumbrales, El Abadengo y Las Arribes, para aprenderme con la mayor precisión posible toda la información conocida. A lo que hay que sumar lo publicado en internet. Os aseguro que todo lo escrito sobre este pueblo y alrededores lo he leído, y si hay algo publicado que no, es porque no lo he conseguido.
Durante el mes de septiembre preparé lo relativo a personajes, escenarios, ambiente y demás, y fue en octubre cuando comencé por fin a escribir la historia. Desde entonces, cada día, durante catorce meses, incluido el confinamiento, le dedicaba todas las horas que podía, teniendo en cuenta que tengo un trabajo que necesito para vivir, y un hijo, ahora de cuatro años, al que cuidar. Unos días eran tres horas y otros días eran siete, pero durante esos meses le dedicaba todo el tiempo que podía como una obsesión. En diciembre del año pasado la terminé, y después ya empecé a corregirla durante varias semanas en que la leí tres veces seguidas hasta mandársela a la correctora de la editorial, para leerla otras dos más cuando me la devolvió corregida.
Y después de eso ya vino la maquetación, el diseño de la cubierta y la fotografía de la portada, la cual tenía muy claro cómo quería que fuera, y cuyo resultado es el que conocéis, después de varios días y muchas horas recorriéndome con mi primo José Manuel el pueblo, tomando fotos en un lado y en otro hasta conseguir lo que tenía en mi cabeza, y que hicimos el pasado veintiséis de junio, con el verano empezando. He de decir que, aunque la idea era mía y yo hice la foto, si no fuera por mi primo nunca la hubiera hecho por muchas razones que me llevarían un rato contar, por lo que he querido que en el libro figuremos los dos como autores, ya que la realidad es esa. En la foto tenía claro que debían aparecer tres elementos: una pared de piedra, como algo típico de esta zona, la iglesia de fondo, como monumento más importante de Lumbrales, y una bicicleta BH plegable, como símbolo de los años ochenta y noventa, que nos prestó amablemente la familia Corral Arroyo (a quienes se lo agradezco enormemente), todo ello envuelto por el pueblo y los colores del verano. Y lo cierto es que estoy bastante contento con el resultado, toda la dedicación ha merecido la pena.
Os he querido contar todo el proceso de creación porque quiero que sepáis el trabajo que conlleva la publicación de una novela, la cantidad de horas invertidas (robadas en gran parte al tiempo que debía dedicar a estar con Melissa, mi novia, que ha tenido una paciencia infinita conmigo; al que debía dedicar a jugar con Liam, nuestro hijo; o a disfrutar de mis familiares y de mis amigos); así como la cantidad de días sin descanso, unos buenos y productivos, pero otros también malos. En definitiva, que conozcáis el enorme esfuerzo que supone hacer algo así. Aunque como dicen, “sarna con gusto, no pica”, y lo cierto, es que al ser lo que más me gusta hacer en el mundo, he disfrutado muchísimo cada día durante todos los meses de creación, he sido muy feliz cada uno de ellos. Escribir es lo que más me llena en el mundo y no podría vivir sin hacerlo, me suponga el esfuerzo que me suponga.
En cuanto a la novela en sí, se podría decir que esta historia está basada en hechos reales, ya que ha sido por algo que he vivido en verdad. Si bien es cierto que, aunque el concepto en general ha surgido por algo real y algunas de las cuestiones que narro son verdaderas, la mayoría de lo que cuento es inventado. Ninguno de los personajes principales es alguien que haya existido de verdad, y solo unos pocos de los secundarios que nombro sí que son reales, algunos son los familiares y amigos con los que estoy siempre aquí, y otros son personas del pueblo que por una razón u otra he querido que salieran en ella.
Las descripciones que hago en Lumbrales como en los otros pueblos que salen en la novela (que son todos los de El Abadengo y alguno más), tanto de los monumentos, como de las calles, edificios, parques y otros lugares, son completamente reales, todo es tal y como lo describo. Para ello, además de haberlos visitado, he consultado muchísimas fuentes de información para ajustar lo máximo posible las descripciones a la realidad.
En cuanto a los hechos que narro, la inmensa mayoría son inventados, pero algunos han ocurrido de verdad, bien en el año 1992, o bien antes o después, y si los he incluido como si hubieran ocurrido ese año son por razones puramente literarias. Esto no es una novela histórica, es una novela de ficción en la que se incluyen algunas cuestiones ocurridas de verdad y, por tanto, he podido narrar lo que estimaba más conveniente para el mejor desarrollo de la historia.
Respecto a las peñas que salen en la novela, que son unas cincuenta, exceptuando las de los protagonistas que son inventadas, todas las demás que nombro existen, y he querido que salieran en ella porque son parte de la historia del pueblo. Aunque lo cierto es que me hubiera gustado nombrar a todas las que hay actualmente, era algo que me resultaba materialmente imposible al ser demasiadas.
Lo que he pretendido escribiendo esta historia han sido varias cosas. En primer lugar, que quedara impreso en papel la manera de pasar los veranos y celebrar las fiestas de Lumbrales durante estas últimas décadas, para que, dentro de cincuenta o cien años, cuando la mayoría ya no estemos aquí, sepan exactamente cómo lo vivíamos en nuestro pueblo. Y para que los que estamos en el presente, para aquellos que lo hemos disfrutado, podamos revivir siempre que queramos todo eso, y especialmente los inolvidables años ochenta y noventa que tanto añoramos quienes los vivimos. Pero, además, para que os emocionéis recordando momentos, para que riais y lloréis evocando tantas cosas que nos llevan pasando aquí durante tantos años. Aunque es una novela para todos los públicos, quienes más la vais a disfrutar, sin duda, sois a los que ya os quedan lejos aquellos maravillosos veranos en bicicleta. Y, por último, si bien es cierto que podía haberme inventado el pueblo, he querido que fuera Lumbrales para que su nombre llegue a todos los rincones de España, que se lea, se viva y se conozca por todo el país, allá hasta donde llegue. Que se diga que Lumbrales es el pueblo de la novela, porque no se me ocurre una manera mejor por mi parte de hacer publicidad sobre él.
Para ir finalizando, me gustaría contaros que siempre he considerado que tengo cuatro padres y seis hermanos, además de a quienes me dieron la vida y a mis dos hermanas mayores, también lo son mis tíos Carmen y Tomás, que llevan toda la vida tratándome como a un hijo más, así como mis primos Esther, José Manuel, Juan Tomás y Teresa, para quienes soy el quinto hermano. Desde que nací siempre que vengo aquí me quedo en su casa, donde no es necesario ni que avise de que venga, y donde siempre tengo un plato de comida y una cama. Siempre me han hecho sentir uno más de la familia Gorjón, algo por lo que me siento muy afortunado. Y a quienes quiero agradecer profundamente todo lo que me han ayudado con esta novela, contándome lo que les preguntaba continuamente, que han sido muchas veces, buscándome información, ayudándome a corregir el borrador y a todo lo que les he pedido siempre, con tan buena cara como llevan haciendo toda la vida conmigo. Ni yo hubiera sido tan feliz aquí durante todos estos años, ni hubiera podido escribir esta novela sin vosotros.
Quiero agradecer también a todos los que me habéis ayudado dándome información, que habéis sido unos cuantos; especialmente a mi madre, a quien he mareado con infinidad de preguntas durante estos meses. Así como a todas las personas con las que llevo pasando aquí estos años; empezando por los de mi peña, los de La Cornada, por ser tan buenos amigos y por hacer que me lo pase siempre tan bien; continuando por todos los demás amigos que tengo, que sois muchos, por hacerme sentir siempre tan a gusto; y finalizando por los amores que he tenido aquí, especialmente a una de ellas, con quien he vivido durante varios años el sentimiento necesario para saber escribir la historia de amor principal. Todos vosotros sabéis quiénes sois, y a todos vosotros os quiero decir que cada uno me ha aportado algo para esta novela, y que Lumbrales, sin duda, nunca sería lo mismo sin vuestra compañía.
Ellos son los que están, pero también quiero acordarme de quienes no están y me encantaría que estuvieran, como son mis abuelos, tanto los de Villoria, Isabel y Herminio, como los de aquí, a quienes he querido dedicar la novela porque han sido ese espejo en el que mirarnos, un auténtico ejemplo de honradez, trabajo y bondad. Si hoy todos somos lo que somos es gracias a vosotros. Sé que especialmente mis abuelos Teresa y Juan José, hubieran disfrutado mucho viéndome esta noche aquí presentando una novela sobre su pueblo; en particular mi abuelo, a quien me unió una relación muy especial, y quien siempre estaba tan contento y orgulloso de leer todo lo que escribía. ¡Cómo me gustaría que hubieran podido vivir esto! Así como también quiero recordar a mi padre, porque a él le debo mi manera de ser, mi manera de ver la vida, y mi facilidad para hablar y para escribir palabras, todo lo heredé de él y, por tanto, si hoy estoy aquí presentando un libro es gracias a mi padre.
Y ya para finalizar del todo, como os he contado, siempre he sentido que tengo dos madres, porque también lo es mi tía Carmen, o Tata, que es como la llamamos familiarmente. Y a quien quiero dedicar la noche de hoy, brindándote mi día más especial como escritor, al igual que se brindan los toros, porque te quiero mucho, y porque Lumbrales siempre ha sido mucho mejor contigo. ¡Esta faena va por ti, Tata!
Juan María de Comerón
*El escritor junto a Esther Gorjón, presentadora del evento, Carlos Pedraz, alcalde de Lumbrales, y Nacho Francia, periodista.

*Fotografías realizadas por Infotur